Un extraño acompañante
El día de hoy, tuvimos un acompañante indesperado. Llevaba a mi niño por la mañana a la guardería, encendí el auto y salimos de la casa.
Unos segundos después comencé a escuchar un sonido extraño, ese sonido era un maullido. Sin embargo pensé que era algún lindo gatito que se encontraba cerca del lugar por donde iba pasando. Pero pasando unos segundo, continúe escuchando el maullido, y cada vez con más fuerza.
Había avanzado unos metros, y decidí detener el vehículo. Apagué el motor y traté de identificar de dónde venía el maullido. Me di cuenta que provenía de la sección donde se encuentra el motor. Fue una sorpresa enorme que el gatito estuviera en esa parte del vehículo.
Abrí el cofre del vehículo, y de inmediato vi a un lindo gatito, pequeño, con manchas de colores negro, amarillo y blanco. Se veía lindo, pero al verme se asustó y se escondió en otra parte del motor, y para la mala suerte, no lo podía ver, además de que tenía prisa para llevar a mi niño.
Transcurrieron alrededor de veinte minutos, y fue solamente este tiempo porque una amable señora me ayudó a ubicar al lindo gatito, y mientras yo lo animaba a que saliera haciendo ruido por un lado, ella lo pudo sujetar y liberar hacia la calle.
Finalmente lo liberamos, nos pudimos ir y llegar a tiempo a la guardería.
Esa fue la historia del acompañante inesperado.
Siempre hay una primera vez
Hoy de camino al trabajo, recibí una llamada telefónica. Al ver el contacto que estaba llamando al mi teléfono, decidí rápidamente responder.
Escuché lentamente y con atención lo que me comentaron, no atiné a decir alguna palabra, más que al final. Lo único que dije fue que en unos minutos me trasladaría a donde me requerían.
Regresé a casa, tomé lo necesario y me fui al lugar de dónde me habían llamado.
Seguramente ustedes ya lo habían pensado.
Me habían llamado de la guardería para decirme que dentro de la pañalera, no estaba la leche del bebé. ¡ increíblemente, se me olvidó poner el alimento del bebé ! ¡ Pobre criatura -pensé- !
Sí, acomodé todas las cosas -bueno casi todas- en la pañalera, pero olvidé poner la leche en la bolsa. Apenado llegué a la guardería y con una sonrisa nerviosa entregué el recipiente con la leche.
Definitivamente, espero que no sea el único padre al que se le haya olvidado algo tan primordial para el bebé.
¡ Definitivamente, siempre, y más tratándose de los hijos, hay una primera vez. !
La primera «despedida»
Teniendo un bebé pequeño, es un hecho que en algún momento, tendrá que acudir a la guardería.
Ya sea que trabajes o no, que el bebé acuda a la guardería es tan enriquecedor para él. Algo que no había escuchado, es todo ese proceso de preparación para que el bebé pueda ir a la guardería con todo lo que requiere; decidimos llamarle «el ritual».
Y es que en realidad es un ritual, los biberones, la leche, la ropa, los pañales, el aceite o la pomada para la rozaduras, los baberos, la cobijita….uff, muchas cosas en qué pensar sobre todo para cuando eres un padre primerizo.
Hoy, finalmente con todo listo, decidimos llevar a nuestro retoño, por primera vez a la guardería. Sentíamos un dolor muy grande de dejarlo. no sabíamos cómo iba a reaccionar. Pero sobre todo, no sabíamos cómo ibamos a reaccionar nosotros mismos.
La incertidumbre terminó en el instante que lo entregamos en los brazos de su maestra, su sonrisa y el deseo de conocer más de su alrededor que podíamos ver en sus ojos, nos tranquilizó.
Finalmente nos dimos cuenta que los más nerviosos éramos nosotros mismos, es tan extraña esa sensación de vacío cuando no lo tienes contigo, después que por tantos meses lo has tenido día y noche junto a ti.
Sn embargo, algo que nos funcionó para aceptar que la guardería es un excelente lugar para aprender, es recordar que…
¡ incluso en la naturaleza, existen ciertas especies que tienen guardería mientras los padres salen a buscar el alimento¡
Por lo tanto, lo que estábamos haciendo era lo correcto.