Mamá, papá te trajo una rica y deliciosa comida mientras estás con mi hermanito.

Hoy finalmente conocí a los «sopes», son muy ricos, me gustaron mucho. Tanto, que no le pedí a mamá que me ayudara a comer. Cambio y fuera

¡Papá ven a darle un besito a mi mamá porque los totopos le quedaron bien dora ditas, como a mi me gustan!. Cambio y fuera

¡ Papá ven pronto a comer porque se enfrían los totopos. Cambio y fuera !

¡Papá, vamos a comer quesadillas y leche! Estoy emocionado. Cambio y fuera.

Imagen de erixis en Pixabay

-¡Papá ya vente a comer tu quesadilla porque alguien se la está comiendo !

-¿ quién se le está comiendo hijo?

-¡Yo papá!

Cambio y fuera.

Mmmm…

El día de hoy corroboré que tenemos un niño de buen comer, mientras cocinaba, no perdía de vista la cazuela de la comida, fue paciente mientras vertía el alimento que desaba calentar, y al mismo tiempo emitía de su boquita ese sonido tan melodioso que me indicaba que antes de comer, ya se estaba saboreando la comida.

Sus ojitos no se despegaban de la cazuela, terminé de cocinar y muy atento esperó a que le sirviera en su plato. Se sentó junto a su mamá y empezó a comer con una sonrisa tan lidna en sus ojos. No había llorado, no se veían indicios de desesperación, solamente una alegría y satisfacción por estar probando un alimento que le encanta.

Me sorprendió, es de buen comer, definitivamente la genética no se equivoca, me recordó cuando estaba pequeño, y al igual que él, comía con singular alegría todo lo que me pusieran enfrente.

¡ Definitivamente, comer dejó de ser sólo una necesidad y al parecer se ha convertido en uno de los placeres de la vida para este pequeño niño!