Conociendo a sus amiguitos saltamontes

Hoy fue un día muy diferente, la familia estuvo en el jardín haciendo labores de limpieza y de embellecimiento del lugar.

Mientras yo podaba la maleza que se había acumulado por las lluvias tan abundantes, nuestro pequeño decidió salir a jugar al jardín con su juguete preferido – sí, aquel juguete del que les hablé en una publicación anterior-, además su mamá estaba pendiente de él y lo acompañaba con la miraba a todos lados.

En un instante, el pequeño se quedó observando unos diminutos insectos que se movían entre el pasto y la hierba. Le causaba mucha curiosidad, y más se sorprendió cuando se dio cuenta que saltaban si él acercaba demasiado.

Eso le causó mucha sorpresa y después de la primera impresión, le causó mucha gracia. Su mamá le explicó que eran unos lindos saltamontes o chapulines. Finalmente había conocido a los pequeños saltamontes del jardín, los cuales eran ágiles, rápidos y bonitos. Nuestro pequeño, definitivamente es un pequeño saltamontes.

 

Embelleciendo el jardín

Nuevas experiencias

Definitivamente, siempre es agradable leer historias tiernas y lindas de mi hijo; sin embargo, por ser un pequeño que está aprendiendo a vivir,  está de más comentar que en más de alguna ocasión, la experiencia no será placentera.

En esta ocasión, me toca contar que una vez que llegó por la tarde, mi pequeño estaba renuente a realizar algunas actividades. Como en algunas otras ocasiones, le pedí que levantara del suelo, unos objetos que lanzó al suelo.

En otras ocasiones, sin ningún problema, hubiera levantado el objeto que le solicitaba, pero en esta ocasión fue diferente. Se hacía el desentendido, como si nada pasara, simplemente deseaba hacer caso omiso a lo que se le pedía.

Le insistimos, y como la mayoría de los niños, pensó que llorando, solucionaría todo, y con ello olvidaríamos lo que le pedíamos. Para no hacer muy largo el relato, lloró, lloró, lloró y lloró…

El llanto duró en total cincuenta minutos -por momentos cambiaba de estrategia para ver si olvidabamos la situación-  pero por más que lo intentó no lo logró.

Nos mantuvimos trabajando en equipo hasta que finalmente decidió compartarse como un buen niño. Sabíamos que era importante para su educación y vida futura insistir en que hiciera lo correcto, para no tener un pequeño malcriado en casa y sobre todo, fincar las bases para tener un buen ser humano útil a la sociedad.

¡ Sin duda es el inicio de una aventura llena de situaciones diferentes, pero todo sea por educarlo de manera adecuda !

Mmmm…

El día de hoy corroboré que tenemos un niño de buen comer, mientras cocinaba, no perdía de vista la cazuela de la comida, fue paciente mientras vertía el alimento que desaba calentar, y al mismo tiempo emitía de su boquita ese sonido tan melodioso que me indicaba que antes de comer, ya se estaba saboreando la comida.

Sus ojitos no se despegaban de la cazuela, terminé de cocinar y muy atento esperó a que le sirviera en su plato. Se sentó junto a su mamá y empezó a comer con una sonrisa tan lidna en sus ojos. No había llorado, no se veían indicios de desesperación, solamente una alegría y satisfacción por estar probando un alimento que le encanta.

Me sorprendió, es de buen comer, definitivamente la genética no se equivoca, me recordó cuando estaba pequeño, y al igual que él, comía con singular alegría todo lo que me pusieran enfrente.

¡ Definitivamente, comer dejó de ser sólo una necesidad y al parecer se ha convertido en uno de los placeres de la vida para este pequeño niño!

 

Recuento

Con motivo de tu primer año querido hijo, sé que estás aún pequeño y que quizás hasta dentro de 5 o 6 años podrás leer lo que estoy escribiendo en este momento, te quiero expresar tantas cosas…

Cuando estabas en el vientre de tu hermosa mamá, nunca permitiste que te vieramos la carita mediante el ultrasonido, probablemente deseabas que todo fuera sorpresa, querías sorprendernos cuando nacieras.

Claro que fue una hermosa sorpresa tenerte entre mis brazos y escuchar tu llanto por primera vez. Me sentí tan nervioso cuando te vi, y al mismo tiempo estaba contento, pero también preocupado porque nadie me había enseñado a ser padre. Para todos los seres humanos, es similar, es iniciar una aventura a partir de cero.

Pero cuando te vi, te escuché respirar, te tuve entre mis brazos y te trasladé al área de cuneros del hospital, me sentí el hombre más feliz del mundo.

Hijo mío, cuando leas esto, quiero que sepas que te quiero desde el primer día de tu existencia, que siempre te querré y que llenas de alegría mi vida.

¡ Eres el sol de mi vida!

Su fiel compañero

Cada día por la mañana, en cuanto lo ponemos en la sala de la casa, lo primero que hace es tomar su juguete – un carrito de tamaño mediano – y lo lleva a todos lados. Habíamos escuchado que los pequeños por lo general toman algún objeto y lo llevan a todas partes, y nos hemos dado cuenta que para él su carrito es como su amuleto, no lo suelta por nada, y lo lleva a todos lados.

No importa si debe deplazarse hacia el comedor, hacia la cocina e incluso hacia el jardín , él lleva su carrito. Es su fiel compañero, su amuleto, su motivación para explorar nuevos territorios.

Luce tan precioso al verlo caminar por la casa o en el jardín llevando consigo su juguete. El juguete que al igual que él, está listo para la aventura.

¡ Así es él y es nuestro hijo !

Un extraño acompañante

El día de hoy, tuvimos un acompañante indesperado. Llevaba a mi niño por la mañana a la guardería, encendí el auto y salimos de la casa.

Unos segundos después comencé a escuchar un sonido extraño, ese sonido era un maullido. Sin embargo pensé que era algún lindo gatito que se encontraba cerca del lugar por donde iba pasando. Pero pasando unos segundo, continúe escuchando el maullido, y cada vez con más fuerza.

Había avanzado unos metros, y decidí detener el vehículo. Apagué el motor y traté de identificar de dónde venía el maullido. Me di cuenta que provenía de la sección donde se encuentra el motor. Fue una sorpresa enorme que el gatito estuviera en esa parte del vehículo.

Abrí el  cofre del vehículo, y de inmediato vi a un lindo gatito, pequeño, con manchas de colores negro, amarillo y blanco. Se veía lindo, pero al verme se asustó y se escondió en otra parte del motor, y para la mala suerte, no lo podía ver, además de que tenía prisa para llevar a mi niño.

Transcurrieron alrededor de veinte minutos, y fue solamente este tiempo porque una amable señora me ayudó a ubicar al lindo gatito, y mientras yo lo animaba a que saliera haciendo ruido por un lado, ella lo pudo sujetar y liberar hacia la calle.

Finalmente lo liberamos, nos pudimos ir y llegar a tiempo a la guardería.

Esa fue la historia del acompañante inesperado.

Primera visita al parque

Hoy fue un día de sopresas, pero no para mí, sino para mi niño:

Cerca de la casa, hay un pequeño espacio para que los niños puedan jugar, es un lugar donde el piso -aunque está a la intemperie- está formado por bloques esponjosos que evitan que si los pequeños se caen, sufran un golpe fuerte. Además, existen varios juegos donde los pequeños pueden divertirse.

Era la primera vez que mi pequeño iba a visitar ese lugar, por lo que cuando llegamos, mostró en su rostro la sorpresa que le causaba la novedad, pero cuando empezó a reconocer que era un espacio donde podía divertirse, una sonrisa se presentó en su cara.

Subía, bajaba, subía y volvía a bajar; fue tan lindo ver en su cara cuánto lo estaba disfrutando.

¡ Volvería a llevarlo, para poder ver nuevamente su cara de felicidad!

¡ Esa carita de felicidad que día a día me inspira !

¡Ahora somos tres !

El día de hoy, siendo un fin de semana, me dispuse como no hacía mucho tiempo, a ver un partido de fútbol. Por si no sabían, me encanta el fútbol. Encendí la televisión y sintonicé el canal de transmisión del partido.

Mi hijo estaba jugando en la cama, balbuceando alguna frases que sólo él podía comprender. Pero al darse cuenta que estaba encendida la televisión, dirigió su mirada a la pantalla, se mantuvo quieto, volteó a verme, y después se sentó junto a su mamá, quien también estaba en la habitación.

Se sentó junto a ella, observando detenidamente la pantalla de televisión. En ese momento anotaron un gol, y conteniéndome de gritar, miré a mi hijo y lo vi sonriente. Parecía que sabía lo que estaba pasando.

Terminó el partido, y regresó a jugar con tanta energía que parece que no se cansa. Lo miré y me dio tanto gusto tenerlo con nosotros. Parece que el fútbol será una activdad que disfrute; es pequeño aún, pero me sentí contento porque antes era uno, después fuimos dos y ahora somos tres los que veremos los partidos de futbol.

¡ Gooool ! ¡ A mi hijo le gusta ver conmigo el futbol !

 

¡ El gran escalador !

Como de costumbre, después de varios minutos en su andador – sí, aunque ya camina y corre, aún lo usa, porque de esa manera me permite realizar varias actividades sin que esté en peligro – decidí que era momento para que caminara y quizás corriera a toda velocidad por la casa.

Estuvo jugando, caminando, corriendo, mostrándome sus juguetes… sentí que no habría novedad alguna en esta tarde.  Así que me dispuse a preparar la pañalera para el día siguiente. Afortunadamente, ya no se me ha olvidado la leche, como me sucedió anteriormente y que compartí con todos ustedes.

Mientras estaba preparando la pañalera con todas las cosas, lo perdí de vista. Pero de pronto no escuché nada, y como es cierto que si el niño no hace ruido, eso indica que está haciendo algo que puede ser poco adecuado, por no decir que está haciendo una travesura.

Giré la cabeza hasta donde se encontraba y lo vi subirse al andador con una agilidad de la que yo no había sido testigo. Con unos movimientos certeros, subió el primer pie, se sujetó fuertemente de la orilla, y con ayuda de sus brazo, subió el segundo pie. ¡ Ya estaba arriba en menos de lo que canta un gallo !

Pero eso no era todo, aún no se colocaba correctamente dentro de él, así que se giró con mucho cuidado, y ubicó el lugar dentro del andador donde debía ir sentado. Así que bajó primero un pie y después el otro, finalmente se sentó.

En ningún momento me vio que lo estaba observando,   y con la misma agilidad, ayudado de sus fuertes brazos, se levantó, y se bajó del andador.

Me quedé con la boca abierta, es más, confieso que hasta un video grabé para tenerlo como evidencia para los próximos años. Y muchos más sorprendido me quedé, cuando me di cuenta que subía y bajaba del andador con una naturalidad, y por supuesto, cada vez con mayor facilidad y agilidad.

No lo esperaba, pero el día de hoy, mi niño fue todo un atleta temerario.

¡ Corre, corre!

Casi repentinamente, de una forma sorprendente, después de unos pocos días en los que estuvo dando sus primeros pasos, después de pocos días de haberse apoyado en sus padres para poder caminar con mayor facilidad…

Pues como se dice comúnmente, de la noche a la mañana, ya lo puedo ver caminar rápidamente por la casa, esquivando los obstáculos que hay a su paso.

No se diga, cuando lo llamo para sujetar correctamente su zapato -pues siempre me preocupa que se pueda caer-  prefiere retirarse con una sonrisa maravillosa y una carcajada bastante sonora.  Pero se va rápidamente corriendo para que no lo atrape.

Corre, corre con sus pasos de niño, corre, corre, y su paseo por la vida apenas ha empezado.