¡Ahora somos tres !

El día de hoy, siendo un fin de semana, me dispuse como no hacía mucho tiempo, a ver un partido de fútbol. Por si no sabían, me encanta el fútbol. Encendí la televisión y sintonicé el canal de transmisión del partido.

Mi hijo estaba jugando en la cama, balbuceando alguna frases que sólo él podía comprender. Pero al darse cuenta que estaba encendida la televisión, dirigió su mirada a la pantalla, se mantuvo quieto, volteó a verme, y después se sentó junto a su mamá, quien también estaba en la habitación.

Se sentó junto a ella, observando detenidamente la pantalla de televisión. En ese momento anotaron un gol, y conteniéndome de gritar, miré a mi hijo y lo vi sonriente. Parecía que sabía lo que estaba pasando.

Terminó el partido, y regresó a jugar con tanta energía que parece que no se cansa. Lo miré y me dio tanto gusto tenerlo con nosotros. Parece que el fútbol será una activdad que disfrute; es pequeño aún, pero me sentí contento porque antes era uno, después fuimos dos y ahora somos tres los que veremos los partidos de futbol.

¡ Gooool ! ¡ A mi hijo le gusta ver conmigo el futbol !

 

Bitácora de vuelo

Día 416

Este día el niño metió la cabeza entre los barrotes de la reja. No hubo problema más allá del susto. Cambio y fuera

 

Bitácora de vuelo

Día 415:

El ritmo lo lleva por dentro, hoy bailó al ritmo de «Los Fabulosos Cadillacs», casi como si estuviera en el concierto en vivo. Cambio y fuera

¡ El gran escalador !

Como de costumbre, después de varios minutos en su andador – sí, aunque ya camina y corre, aún lo usa, porque de esa manera me permite realizar varias actividades sin que esté en peligro – decidí que era momento para que caminara y quizás corriera a toda velocidad por la casa.

Estuvo jugando, caminando, corriendo, mostrándome sus juguetes… sentí que no habría novedad alguna en esta tarde.  Así que me dispuse a preparar la pañalera para el día siguiente. Afortunadamente, ya no se me ha olvidado la leche, como me sucedió anteriormente y que compartí con todos ustedes.

Mientras estaba preparando la pañalera con todas las cosas, lo perdí de vista. Pero de pronto no escuché nada, y como es cierto que si el niño no hace ruido, eso indica que está haciendo algo que puede ser poco adecuado, por no decir que está haciendo una travesura.

Giré la cabeza hasta donde se encontraba y lo vi subirse al andador con una agilidad de la que yo no había sido testigo. Con unos movimientos certeros, subió el primer pie, se sujetó fuertemente de la orilla, y con ayuda de sus brazo, subió el segundo pie. ¡ Ya estaba arriba en menos de lo que canta un gallo !

Pero eso no era todo, aún no se colocaba correctamente dentro de él, así que se giró con mucho cuidado, y ubicó el lugar dentro del andador donde debía ir sentado. Así que bajó primero un pie y después el otro, finalmente se sentó.

En ningún momento me vio que lo estaba observando,   y con la misma agilidad, ayudado de sus fuertes brazos, se levantó, y se bajó del andador.

Me quedé con la boca abierta, es más, confieso que hasta un video grabé para tenerlo como evidencia para los próximos años. Y muchos más sorprendido me quedé, cuando me di cuenta que subía y bajaba del andador con una naturalidad, y por supuesto, cada vez con mayor facilidad y agilidad.

No lo esperaba, pero el día de hoy, mi niño fue todo un atleta temerario.

¡ Corre, corre!

Casi repentinamente, de una forma sorprendente, después de unos pocos días en los que estuvo dando sus primeros pasos, después de pocos días de haberse apoyado en sus padres para poder caminar con mayor facilidad…

Pues como se dice comúnmente, de la noche a la mañana, ya lo puedo ver caminar rápidamente por la casa, esquivando los obstáculos que hay a su paso.

No se diga, cuando lo llamo para sujetar correctamente su zapato -pues siempre me preocupa que se pueda caer-  prefiere retirarse con una sonrisa maravillosa y una carcajada bastante sonora.  Pero se va rápidamente corriendo para que no lo atrape.

Corre, corre con sus pasos de niño, corre, corre, y su paseo por la vida apenas ha empezado.

Satisfacción y orgullo

A diferencia de otros niños que acuden a la misma guardería, siempre he notado que la mayoría de las personas que laboran en el área donde cuidan a los pequeños, saludan a mi bebé. Sí, ya ha crecido y puede responder con algún sonido o seña cuando se refieren a él.

Siempre al llegar, todo el personal, con mucho cariño lo saludan amablemente, y él responde con una sincera sonrisa. Sé que es un pequeño amable y por el cómo se comporta en casa, sé que es muy cariñoso.

Hoy lo corroboré, pues al recogerlo, la persona que lo cuida diariamente comentó que es un pequeño con un espirítu encantador y fácil de querer, entre otras cosas.

¡ Me sentí el padre más orgulloso sobre la faz de la Tierra !

Conociendo otros lugares

Hoy fuimos al zoológico. Tan divertido estaba que olvidó su siesta y casi se le olvida hasta comer. Escuchar los sonidos emitidos por los animales, tratar de reproducirlos, e incluso intentar acariciarlos, fue una actividad que se repitió en todo el recorrido.

No sólo vio por primera vez tantos animales en un sólo lugar, sino que por primera vez probó la paleta de hielo sabor limón. Al inicio tenía temor al probarla, pero al final, decidió que le agradaba el sabor y prácticamente se acabó mi paleta.

Ha sido una experiencia grandiosa, conocer tantos animales hasta ahora desconocidos y probar nuevos sabores.

¡ Regresaremos pronto !